Queridos socios:
Como ya sabéis todos, la última asamblea de La Semyr me eligió como su presidente. Es un nombramiento que me pilló de sorpresa, dado que, a pesar de mi profundo y demostrado interés por todas las manifestaciones culturales de la Edad Media y del Renacimiento, no dejo de ser en el fondo y en la superficie un latinista, eso sí, lleno de curiosidad por demasiadas cosas. Agradezco, con más razón todavía, la amplitud de miras de la asamblea, ganosa siempre de integrar en su seno a los estudiosos de otros campos.
No sé si sabré estar a la altura de las circunstancias, pues me falta convicción en mi propia valía y carezco de dotes de mando. Tampoco me gusta ser un hombre público. No obstante, acepté el honor que se me ofrecía por considerar que una renuncia podría ser tomada como una muestra de desconsideración hacia vosotros. Por tanto, procuraré cumplir con este cargo –honor onus- de la mejor manera posible. Mucho se ha hecho ya, pero debemos seguir avanzando. «Bello es el reto y la esperanza grande». Con este fin, os pido toda vuestra colaboración en la nueva etapa que se abre ahora, aunque sé de antemano que cuento con vuestro apoyo. Una Sociedad es lo que quieran sus socios, no lo que haga o deje de hacer la junta directiva. Por favor, hacedme llegar vuestras sugerencias. Serán bienvenidas.
Recibid un cordial abrazo